Eduardo García Aguilar

1953

Eduardo García Aguilar [Manizales, 1953] tenía quince años cuando empezó el Festival Internacional de Teatro, el evento escénico mas conocido de América Latina, en una pequeña ciudad de los Andes centro de la cultura nacional, donde Arturo Zapata, un editor local, publicó los mas importantes libros de los años de entreguerras, de polígrafos  Grecoquimbayas como Bernardo Arias Trujillo, Silvio Villegas, Rafael Arango Villegas, Gilberto Alzate Avendaño o Eliseo Arango, escritores de estirpe católica y conservadora, filo nazis lectores de Maurice Barrès y Charles Maurras, Los Leopardos de la capital de los negocios del café, con una catedral gótica de cemento armado y edificios de pastelería parisina.

Gracias al festival de teatro por Manizales desfilaron Pablo Neruda, Miguel Angel Asturias, Ernesto Sábato, Alfonso Sastre, Mario Vargas Llosa, Jerzy Grotowsky, Jack Lang o Maria Kodama, entre cientos de otros destacados dramaturgos, poetas y narradores.

Como correspondía a un joven de su tiempo se inició plagiando poemas suicidas y escatológicos de estirpe nadaísta, tutelado por un perturbado rockero que organizaba lecturas y agitaba líricamente la ciudad. Terminó el bachillerato con una beca de monjes franciscanos, luego de varias expulsiones de colegios oficiales, y se matriculó en la Universidad Nacional de Bogotá donde estudió dos años sociología con Darío Mesa, enfermando, --entre las fiestas chez Rosita Jaramillo y Jaime Echeverry en las Torres de Beijing, residencias para estudiantes de la Universidad de los Andes y su comercio con Eutiquio Leal,  Arturo Alape e Isaias Peña Gutierrez, redactores de una revista mamerta titulada Punto Rojo,-- con la idea de marchar a Paris que había empollado en su pueblo leyendo en Les mots de Sartre [“J'ai commencé ma vie comme je la finirai sans doute: au milieu des livres.”], donde se hizo escritor, a los veinte años, mientras estudiaba economía política y filosofía en Vincennes escuchando a Lacan, Chatelet, Deleuze, Foucault,  Barthes, Sherer, Guattari, Marcuse o Passolini… Seis años después estuvo en San Francisco y  México, donde ha publicado muchos de sus libros. Hace más de veinte años trabaja para la Agencia France Press, donde ocupa un importante cargo en la oficina de Paris.

Anticastrista, antisoviético, antitotalitario e implacable trotamundos ha publicado novela, poesía, ensayo, crónicas, entrevistas y colaborado en numerosos medios periodísticos de México, Colombia y España.

 EGA considera la poesía el instrumento mas eficaz, cierto y flexible de expresión literaria, al tanto que un trance de rebeldía y generosidad, de búsqueda del desengaño y la verdad. Conceptos evidentes en Urbes luminosas [1991] uno de sus primeros libros, donde sublima las lecturas de Céline y Genet sobre la fealdad del mundo, evoca mediante destellos poéticos las ciudades donde ha vivido, atmósferas de sus vidas interiores, salones de clase de su educacion sentimental con una prosa acusada de emociones que es al tiempo triunfo y derrota de una lengua donde retumba Darío, Valencia, Herrera y los vanguardistas Huidobro, Borges y Neruda.

Ejercicio que amplia en El viaje triunfal [1993] una suerte de biografía lírica de las tradiciones literarias desde modernismo hispanoamericano hasta las vanguardias en la figura de un sibarita, pagano y religioso, muy parecido a Guillermo Valencia cruzado de Vasconcelos, Reyes, Huidobro y Gallegos, con carrozas tiradas por caballos, grandes capitales del arte, alejados mundos del oriente, simbolismo, cubismo, momias egipcias, Mata Hari, el Japón de Gómez Carillo, etc. Una reivindicación de la poesía como fuente originaria del arte de escribir, pura, sin la contaminación de los comercios del libro y las ideologías.

Llanto de la espada [1992],  traducido al francés por Stéphane Chaumet, es un extenso poema, escrito durante una Semana Santa en Casa de las Brujas de Plaza Río de Janeiro de Colonia Roma en Ciudad de México antes del pavoroso terremoto de 1985, luego de lecturas de Novalis, Milton, Rilke y Garcilaso, cuando el transeúnte podría pasearse a sus anchas entre aires porfiristas evocando Le cimetière marin o Prose du Transsibérien et de la petite Jehanne de France, maldiciendo del mundo que inventaron los empresarios a comienzos del siglo ofreciendo el progreso en una pasarela, la vida, donde el consumo hace parecer mejor que ser. Dividido en varios cuadernos sus temas centrales son el viaje, el erotismo y el exilio. Pero la medula del libro es una meditación sobre el destino, el viaje hacia la muerte, cuyo único puerto, parece decir García Aguilar, como había dicho Ignacio Escobar Urdaneta de Brigard, es el poema. Una retrospección con alusiones a lugares precisos en un volver sin meta alguna, la condena del extrañado, por ciudades imaginarias, océanos, mares, teatros, puentes que llevan ineluctables a la poesía, patria del desterrado, el viaje cosmopolita, única recompensa para un muerto de hambre de eternidad.

Llanto de la espada

IV
Noega
         ¡NuevaYork de poesía !
                                                             Edelweiss del poema
burdel incongruente
                                         fastuoso carnaval de los viciosos
túnel de la alegría
Cuántas veces añoré tu codicia nocturna
y quise deambular por tus salones plagados de escoria
cuántas veces beodo en el puente
                            intenté despeñarme
Hacia las aguas traicioneras
para llegar a ti
                        certero
                                   ufano
                                             ebrio de amor y de alegría
                                                                      ¡Cuántas !
Y ahora por fin entre la bruma veo tus muros de cristal
     y cocaína,
el ligero espesor de tus muros construidos con el chocolate
        de Hansel y Graetel
Y las ninfas que desde las almenas nos observan fugitivas
como dulces que sacian con su miel pervertida.
Caballeros subimos
                         despaciosos
                                                 como espectros de fiesta
hacia tus aposentos sagrados.
Noega
           mi querido continente
                                                 reposo del guerrero
muro de la adarga
jaez del rocinante
guantelete dorado
                                espuma de los vientos
                                                              azar meditabundo
por ti todo lo he dado.
Te he buscado en las sombras y en el hielo
sobre la espesa oscuridad de los caminos
avistado tus cúpulas lejanas
en el variado campo te he soñado
con el cuerpo sumido en la delicia de tenerte.
A través de los ños
     al destino he vencido
     para llegar a ti
 y no han valido edictos
                                            ni decretos
                                                               ni muros
                                                                              ni disparos
para lograr mi sueño.
 
Y así bajo el manto de otros aires
                                                      abro mi mano
y la azul flor brota en poesía.
Ruedan entonces mis ojos
y las aves rastreras se abalanzan
a consumar la rapiña de la esfera.
El silencio acomoda sus temibles megáfonos
y una voz se escucha en los templos de Noega :
 
Para llegar al continente de los sueños
es necesario dejar la propia tierra
y borrar a la patria
es necesario estar aquí o allá
                                                          pues da lo mismo
si en la duna o el valle
                                            bajo la aguja gótica
transformar el espejo en llama florecida
trastocar los ecos las sombras los vestigios
invocar otras áreas otros ámbitos
cubrirse de cristales que brillen a lo lejos
 
     ¡Vivir  vivir vivir
                                 en la nave cautiva del relámpago !      

Animal sin tiempo [2006] reúne su poesía de la última década a su paso por Lisboa, Oporto, Casablanca, Mazatlán, Calcuta, Bogotá, Mónaco y París, un libro marcado por el extrañamiento donde aborda el nomadismo de los cuerpos sometidos a los estragos del tiempo y el olvido. Para él, los mejores estados de un escritor es ser forastero, apátrida e inestable. Guía por las soledades del mundo, diario del encuentro con el Otro en ciudades y campos, es un repaso chocante y desengañado de la diversidad del mundo.

Harold Alvarado Tenorio