Clemencia Tariffa

1959-2009

Carta de la ansiedad

Señora:
Cómo haría para decirle
que cuando usted está a mi lado
yo quisiera gritarle
que de su marido estoy enamorada
y los instintos me van devorando.

Señora:
Por su marido me detuve en dulce sueño
para convertirme por momento en fiera.
Mas no se preocupe señora:
él ni siquiera lo sabe.
Y yo soy incapaz de insinuarle,
fue la musa de Shakespeare
la que amablemente estuvo enamorada.

¡Ay señora de canción común!
Cómo le diría sin ofenderla
que usted ya no me inspira respeto
ni cuando la miro besando a… su marido;
yo solo aspiro a ser ladrona
en ese rico trigal del que usted es dueña
-y desde hace rato compró-
Pero si deja de cuidarlo
robaré limpiamente su más dorado grano.
En mí el resentimiento se va hinchando.

Eso sí.
No se asuste mi señora
si las campanas cambiaron de tono,
que no es mi corazón el que está repicando,
solamente las agujas que ya no soportan el silencio
y por eso quieren salir del pecho.

Disculpe usted, señora.

 

Señoras

Señoras con rostro plegable
que ayer oísteis mis poemas
y esta mañana
nos tropezamos en la calle.

Me miráis de reojo
como a un raro animal,
como a buitre verde,
y volteáis la cara
meneando el caderaje,
musitando sandeces
…!vaya!...
siento un placer casi morboso
manteniendo esposas en ascuas.
Parece mentira, pero,
en mis poemas
no figuran sus maridos.

 

Criatura infiel

Cerraré mi ventana azul
porque no volverás a entrar.
Y eso,
lo decidí ahora
mirando esa luna plana
como una oblea de maíz.

¡Ah, gato negruzco!
No volverás a entrar
porque eres criatura infiel
de inteligencia desigual,
y eres audaz -recuerdo-
en techo ajeno,
pero no en mi ventana.